Cuando ví una foto de mi sobrina de 15 años mirándose al espejo, recordé que yo a su edad, hacía lo mismo, pero con más agresividad; ponía cara de terror, enseñaba los dientes, buscaba en lo profundo de mis ojos algún mensaje para el futuro. Hoy continúo con esa costumbre. Cuando despierto por las mañanas, siempre agradezco a Dios, me miro en el espejo de mi dormitorio, me peino, arrugo la frente, luego en el baño me veo con mas claridad y voy a lo profundo de mis ojos, pero ya no busco el mensaje para el futuro. Me miro largamente y concluyo que el mensaje soy yo misma y me va llegando al alma una alegría suavecita, placentera que me hace sonreir. La huella que he ido dejando y la que me han dejado las personas, las experiencias, las ciudades, se han convertido en el mensaje.
Empiezo el dia con curiosidad, con interés, con buena disposición, segura de que esa actitud me será favorable. Pero como es sabido, la rutina... ¡cansa tanto...! que algunos dias no le doy al espejo mucha ventaja ¡que se fastidie!, me pongo frente a él, sí, pero con los ojos cerrados ¡no quiero que me mire! Los gestos de mi cara delatan mi estado de ánimo, mi marido me pregunta ¿estás de buen rollito hoy? y pienso-está en complot con el espejo- ¡no puede ser!; entonces hago algo que para mi es casi una medicina ¡darme una ducha! siento que el agua que va cayendo por mi cuerpo, va arrastrando lo que no me sirve, lo que me molesta.
El agua me ha dejado una sensación de libertad, el espejo está empañado y lo acaricio con mis manos mojadas.
1 comentario:
Enhorabuena por este blog tan bonito, te felicito, un abrazo
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