Cuando preparaba el árbol de Navidad, he sentido más alegría que años anteriores, cuando parecía que lo hacía mecanicamente, un adorno aquí, otro allá, en fin, sin mucho entusiasmo. Esta vez lo he adornado con bolas doradas y rojas y cintas brillantes también doradas.El árbol es de plástico, es el que más dura y se adapta a todo, incluso a ser plantado en una maceta y cubrirlo con buena tierra; cuando lo miro parece que está vivo; creo que se siente especial y único.
Mi primer recuerdo de la Navidad es de cuando yo tenía 3 o 4 años; mi madre me llevaba en brazos para descubrir el regalo que yo deseaba: un pequeño piano azul con un sonido tan escalofriante que alguna vez, todavía resuena en mis oidos.
Creo que cuando los mayores de la casa escucharon aquella melodía, el regalo de Navidad que ellos esperaban era que el pianito azul se hiciera añicos cuanto antes.
No soy una entusiasta de los regalos navideños, prefiero los de cumpleaños, pero los mejores son los regalos que me hacen porque sí, sin que una fecha determine que hay que recibir uno. No hace mucho tiempo, al terminar un curso rápido de contabilidad, nos reunimos todo el grupo en una cafetería, era un dia caluroso; una compañera tenía un abanico sobre la mesa y de pronto me dice:-¿te gusta?-¿lo quieres?- tomálo, es para ti- Esos son los regalos que más aprecio, los llevo siempre en el corazón aunque el objeto ya no exista.
Los regalos no son solo cosas tan bonitas , tan actuales, tan de diseño,tan...tan...y tan...El mejor regalo de todos, el de siempre es la felicidad que saco desde adentro, porque me he dado cuenta que la felicidad no es un lugar adonde tengo que ir, sino que la llevo en mi, que la llevo a cuestas desde siempre. La felicidad es un espejo que a veces necesita limpieza.
A partir de hoy, voy a hacerme el regalo de saborear todos los dias un bombón de felicidad.
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