La poesía siempre ha sido una de mis lecturas favoritas. En mi adolescencia escribía sobre amores platónicos que no tenían rostro. En mi imaginación y en mi corazón habitaba el amor para siempre y por siempre.
Algunos de aquellos poemas que escribía resultaban ser como un chiste para mis hermanas a las que perseguía por toda la casa tratando de convencerlas para que me escucharan cuando recitaba.
Seguramente no eran tan malos, porque un dia mi hermano, queriendo sorprender de amor a su chica en ese momento, me pidió que le escribiera algunas rimas, y lo hice, teniendo en cuenta sus nombres, lo que nunca supe es si le dijo a su amiga quien había escrito la poesía.
Pablo Neruda era uno de mis poetas preferidos, de quien me había aprendido casi de memoria "veinte poemas de amor y una canción desesperada"
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos y mi voz no te toca.Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca", este era uno de mis favoritos con el que yo identificaba a mis amores plátonicos sin rostro.
Poco a poco fui adentrándome en la lectura, aunque a veces me equivocaba y no podía llegar al final de los libros que compraba.
Leer poesía me llenaba de paz, yo era la protagonista, a veces inconstante, a veces idolatrada, a veces robada.
Creo que la poesía es el espejo del alma de quien escribe y de quien la lee. La poesía me hace meditar, me desnuda la mente de pensamientos agrios; incluso algunos cuentos para niños son como poesía y leerlos en voz alta resultan únicos.
Hoy, me gusta volver a sentir aquel sabor de adolescente cuando tengo en mis manos un libro de poesía y continúo siendo la protagonista recorriendo la imaginación del poeta.
Algunos de aquellos poemas que escribía resultaban ser como un chiste para mis hermanas a las que perseguía por toda la casa tratando de convencerlas para que me escucharan cuando recitaba.
Seguramente no eran tan malos, porque un dia mi hermano, queriendo sorprender de amor a su chica en ese momento, me pidió que le escribiera algunas rimas, y lo hice, teniendo en cuenta sus nombres, lo que nunca supe es si le dijo a su amiga quien había escrito la poesía.
Pablo Neruda era uno de mis poetas preferidos, de quien me había aprendido casi de memoria "veinte poemas de amor y una canción desesperada"
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos y mi voz no te toca.Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca", este era uno de mis favoritos con el que yo identificaba a mis amores plátonicos sin rostro.
Poco a poco fui adentrándome en la lectura, aunque a veces me equivocaba y no podía llegar al final de los libros que compraba.
Leer poesía me llenaba de paz, yo era la protagonista, a veces inconstante, a veces idolatrada, a veces robada.
Creo que la poesía es el espejo del alma de quien escribe y de quien la lee. La poesía me hace meditar, me desnuda la mente de pensamientos agrios; incluso algunos cuentos para niños son como poesía y leerlos en voz alta resultan únicos.
Hoy, me gusta volver a sentir aquel sabor de adolescente cuando tengo en mis manos un libro de poesía y continúo siendo la protagonista recorriendo la imaginación del poeta.
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