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domingo, 26 de diciembre de 2010

HOMENAJE



A mi abuela le gustaba que la acompañara al mercado.
Ella no sabía leer ni escribir, pero conocía cuantos lados tenía un triángulo porque no se perdía ningún programa de geometría que emitían por la radio. También conocía el nombre de las estrellas y en las noches de verano, me enseñaba donde estaba una y la otra.
Me decía, niña a cuanto están los tomates, las papas, las lechugas, y yo, agarradita a su mano iba leyendo los precios que ponían en las pizarras. Al mismo tiempo observaba que en áquel inmenso mercado de paredes grises y suelos rebeldes, faltaban espejos en cada puesto para que se parecieran a los bosques de los cuentos, para que el reflejo de las frutas y las verduras, fueran como huertos interminables llenos de color y frescura, y que el dinero, también se reflejara, que en vez de un billete, parecieran dos cuando se pagaba la compra.
Recuerdo las manzanas con sus mofletes lustrosos, las berenjenas con su vestido de lamé negro; los rabanitos como risueños sombreros de gnomos. Los limones, primorosos, perfumados, disimulando su sabor, las uvas, pequeñas, brillantes como los ojos infinitos de un gato.
En aquellos paseos madrugadores de la mano de mi abuela, me entusiasmaban las fresas, a las que mis ojos de niña, veían como dientes de conejo, chiquitos, sonrosados.
Las sandías eran ovaladas, grandes, a las que le hacían una pequeña herida en forma de triángulo para quien quería probar la certeza de su dulzor.
Las naranjas, las mandarinas, siguen siendo mis preferidas, porque puedo comer mas de tres o cuatro sin que se note demasiado. Los melocotones, los albaricoques, las peras con la piel apretadita y fina; los plátanos mas verdes o mas amarillos batían récord de venta por su facilidad para comerlos.
Las hojas de acelga también llamaban mi atención porque eran como abanicos improvisados, pero cuando veía guisantes, le pedía a mi abuela que comprara más, y cuando en casa, se sentaba a pelarlos,
yo me los comía apresuradamente para que ella no se diera cuenta, y es que el sabor de aquellas bolitas tiernas y verdes me gustaban mucho.
En aquellas mañanas llenas de olores y sabores, las calles del mercado que menos me gustaban eran las que tenían puestos de carne y pescado.
Mi abuela, cocinaba muy rico, sus guisos tenían el sabor de la experiencia, del amor, de la paciencia.
Sus manos que habían cortado cebollas, pimientos, habían picado ajos y perejil, con el correr de los años se volvieron temblorosas, agitadas en cada intento, entonces nuestros paseos ya no eran al mercado; nos alejábamos un poco del pueblo, donde los árboles se tocaban y se olían más de cerca y ella iba agarradita a mi brazo, con seguridad, sin miedo.

viernes, 24 de diciembre de 2010

LA LUZ DE LAS PUPILAS


Hoy he pensado en los ciegos, en la ternura de las pupilas de sus manos, invadiendo centímetro a centímetro el espacio del espejo, sonriendo ante el resplandor imaginado, descubriendo la humedad coloreada de sus ojos, el carácter de sus suspiros, el símbolo de sus gestos.
Pasear por el espejo para un ciego es ¿entrar por primera vez en una catedral? no basta el asombro para aceptar la armonía, para gozar con la música del silencio o descubrir la belleza oculta. Quizás es como visitar un jardín antiguo y frondoso, o como parar el tiempo, justo ahí en el instante súbito.
Apoyar las manos, los labios sobre la superficie helada del espejo es como oler la naturaleza, a veces un escándalo o emprender un esperado viaje.
Cuando un ciego se acerca, el espejo se estremece de alegría, de amor, es una escalera al sol, es el pregón de los pensamientos, es el tiempo de un enamorado. Son los sentimientos de la vida, es el regreso a la paz, es el sonido de Dios.
Cuando un ciego le regala su presencia al espejo ya nada es extraño.

martes, 21 de diciembre de 2010

EL COLEGIO


Mis primeros años de educación escolar los hice en un colegio de monjas a las que nunca vi con alegría. Esos trajes negros, los rostros serios, pero sobre todo aquellos ojos que retenían llamadas de auxilio presas en el tiempo, incrustadas en sus corazones, me daban miedo pero también tristeza. No recuerdo sonrisas, no recuerdo esa lucecita que tienen algunas miradas cuando dejan abierta la puerta del alma.
Cuando se sonríe de verdad, los ojos son los primeros protagonistas porque el gozo verdadero fluye desde adentro, a borbotones.
Ellas, enlutadas por dentro y por fuera se paseaban sigilosas por los diferentes patios del colegio buscando a la señorita disciplina que muy de vez en cuando se tomaba algún dia libre.
Durante muchísimo tiempo, incluso siendo ya adulta, me he negado a ver algo bueno o altruista en las monjas de los colegios.
Ahora mi visión ha cambiado, he aprendido a conocer a Dios de la mano de Dios.
Quizás aquellas mujeres se sentían heridas, no se atrevían a mirarse al espejo, acosadas por los enemigos de la mente, ese peso enorme del ego.
Les faltaba comunicación con el Espíritu Santo.
Les faltaba Amor.

lunes, 20 de diciembre de 2010

PREGUNTAS ANTE EL ESPEJO


Muchas veces cuando me miro en el espejo, pienso en Dios, comienzo a aquietarme, me sumerjo en mis profundidades, las oportunidades son inmensas, me hago muchas preguntas. ¿Qué significa el espejo para los bailarines?, ellos, armoniosos, enfundados en guantes de cuerpo entero. Ellas con el tutú , esa dulzura de melocotón y los pies finos, recubiertos de seda, rosados, frágiles a la vista pero en el interior cada dedo se defiende con la estrategia de un sabio.
El espejo es el maestro perenne, el jefe, el amigo, el adversario, una utopía a veces, la desnudez de sus almas a tiempo completo, una caricia, un beso, el infinito...
La perfección de sus cuerpos envueltos en la castidad, a veces, de sus movimientos se dibujan como diamantes ardientes ante el gran espejo.
Niñez, juventud, dias, meses, años, todo es ensayo.
Luego... la transformación. Es el espejo quien mira, es vida a montones, lleno de sonidos, de gritos de aprobación, de entrega, de felicidad, también de cilicios, de reverencias, de agradecimiento, también de cansancio.
Y mañana el principio será de nuevo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

EL CALOR DE LOS NUMEROS


Había una vez una niña a la que no le atraían demasiado los números. Todos los dias se preguntaba ¡qué podía hacer!, ¿cómo podría transformarlos? para que fueran más atractivos. Quería que los números se emanciparan, que tuvieran vida propia, que jugaran al escondite, que salieran de su estancamiento, de la rutina, que jugaran, que se estremecieran de alegría, de tristeza, de amor, que se miraran a los ojos, que supieran que la vida es de muchos colores, que existe la esperanza, también la envidia, que la risa es algo genial, pero también existen las lágrimas; que hay invierno y verano y que la primavera y el otoño son un poco caprichosos.
Ella, no dejaba de observar la rigidez del 1 y el 4, o el zig zag del 8. Entonces buscó unos papeles de colores brillantes que su madre guardaba entre las hojas de un libro y que tiempo atrás habían sido envoltorios de ricos bombones, casi todas las hojas de áquel libro tenían un papelito brillante de aquellos como si fuesen espejos en miniatura.
La niña, con mucho cuidado empezó a poner números en los bellos envoltorios, en cada uno ponía dos números apretaditos para que entraran en calor y empezaran, despacito a sentir las vibraciones de la vida. Ella estuvo muy atenta todo el tiempo que duró aquel experimento y cuando poquito a poco empezó a desenvolverlos, se dio cuenta de que algunos de ellos se habían teñido con el color del papelito con el que los había envuelto y tenían un suave olor a chocolate; se habían convertido en pequeños espejos sin perder su origen, seguían siendo números, ya no se darían más la espalda, sus vidas estarían siempre llenas de color y de sabor.

jueves, 16 de diciembre de 2010

PARA TENER EN CUENTA


En los centros médicos tendría que haber espejos, ¡qué ocurrencia! me dirían algunos pero creo que sería una buena idea. Cuando entro en una sala de espera, observo a las personas, labios apretados, ojos preocupados, gestos de fastidio, silencios profundos, suspiros, voces en alto contando sus más y sus menos. Los espejos se convertirían en un entretenimiento, en una chispa de complicidad entre los pacientes, el dolor sería menos al querer dibujar una sonrisa.
Un espejo en ese lugar tan frío con pretensiones de ignorar nuestra presencia se convertiría en un aliado por un momento.
Un espejo también puede resultar incómodo en lugares públicos, por timidez, por pudor, como un ataque a la intimidad.
Los espejos están en muchos lugares no como adorno, no para deleite sino como vigilantes de los más mínimos gestos, controlando hasta el volátil segundo de un parpadeo, pero su presencia en los ascensores es para hacer el sube baja mas corto.
¡Ahh...! una miradita al espejo... ese resplandor de un instante, ese instante de luz de mil soles, esa luz de luna, el retrato eterno del ahora, de Dios, de siempre.

martes, 14 de diciembre de 2010

POESIA



La poesía siempre ha sido una de mis lecturas favoritas. En mi adolescencia escribía sobre amores platónicos que no tenían rostro. En mi imaginación y en mi corazón habitaba el amor para siempre y por siempre.
Algunos de aquellos poemas que escribía resultaban ser como un chiste para mis hermanas a las que perseguía por toda la casa tratando de convencerlas para que me escucharan cuando recitaba.
Seguramente no eran tan malos, porque un dia mi hermano, queriendo sorprender de amor a su chica en ese momento, me pidió que le escribiera algunas rimas, y lo hice, teniendo en cuenta sus nombres, lo que nunca supe es si le dijo a su amiga quien había escrito la poesía.
Pablo Neruda era uno de mis poetas preferidos, de quien me había aprendido casi de memoria "veinte poemas de amor y una canción desesperada"
"
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos y mi voz no te toca.Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca", este era uno de mis favoritos con el que yo identificaba a mis amores plátonicos sin rostro.
Poco a poco fui adentrándome en la lectura, aunque a veces me equivocaba y no podía llegar al final de los libros que compraba.
Leer poesía me llenaba de paz, yo era la protagonista, a veces inconstante, a veces idolatrada, a veces robada.
Creo que la poesía es el espejo del alma de quien escribe y de quien la lee. La poesía me hace meditar, me desnuda la mente de pensamientos agrios; incluso algunos cuentos para niños son como poesía y leerlos en voz alta resultan únicos.
Hoy, me gusta volver a sentir aquel sabor de adolescente cuando tengo en mis manos un libro de poesía y continúo siendo la protagonista recorriendo la imaginación del poeta.









lunes, 13 de diciembre de 2010

FELIZ NAVIDAD


Cuando preparaba el árbol de Navidad, he sentido más alegría que años anteriores, cuando parecía que lo hacía mecanicamente, un adorno aquí, otro allá, en fin, sin mucho entusiasmo. Esta vez lo he adornado con bolas doradas y rojas y cintas brillantes también doradas.El árbol es de plástico, es el que más dura y se adapta a todo, incluso a ser plantado en una maceta y cubrirlo con buena tierra; cuando lo miro parece que está vivo; creo que se siente especial y único.
Mi primer recuerdo de la Navidad es de cuando yo tenía 3 o 4 años; mi madre me llevaba en brazos para descubrir el regalo que yo deseaba: un pequeño piano azul con un sonido tan escalofriante que alguna vez, todavía resuena en mis oidos.
Creo que cuando los mayores de la casa escucharon aquella melodía, el regalo de Navidad que ellos esperaban era que el pianito azul se hiciera añicos cuanto antes.
No soy una entusiasta de los regalos navideños, prefiero los de cumpleaños, pero los mejores son los regalos que me hacen porque sí, sin que una fecha determine que hay que recibir uno. No hace mucho tiempo, al terminar un curso rápido de contabilidad, nos reunimos todo el grupo en una cafetería, era un dia caluroso; una compañera tenía un abanico sobre la mesa y de pronto me dice:-¿te gusta?-¿lo quieres?- tomálo, es para ti- Esos son los regalos que más aprecio, los llevo siempre en el corazón aunque el objeto ya no exista.
Los regalos no son solo cosas tan bonitas , tan actuales, tan de diseño,tan...tan...y tan...El mejor regalo de todos, el de siempre es la felicidad que saco desde adentro, porque me he dado cuenta que la felicidad no es un lugar adonde tengo que ir, sino que la llevo en mi, que la llevo a cuestas desde siempre. La felicidad es un espejo que a veces necesita limpieza.
A partir de hoy, voy a hacerme el regalo de saborear todos los dias un bombón de felicidad.

sábado, 11 de diciembre de 2010

LA FRONTERA

Posted by Picasa
Hoy he observado con atención mis manos, tienen tantas pecas y tantos lunares pequeños, que me parece que se pelean entre ellos para ganar espacio y acomodarse mejor. Los miré con seriedad, casi con rabia, como a intrusos, pero en un instante pensé que forman parte de mi y si no los tuviera no serían mis manos.
Alguna vez he pretendido ser otra a través de la imagen exterior, pero ha sido solo un pensamiento que voló como una mariposa asustada.
He ido dándome cuenta que la frontera entre lo interior y lo de fuera no debe existir porque se termina notando.

viernes, 10 de diciembre de 2010

PRIMICIAS DE LA MAÑANA


Cuando ví una foto de mi sobrina de 15 años mirándose al espejo, recordé que yo a su edad, hacía lo mismo, pero con más agresividad; ponía cara de terror, enseñaba los dientes, buscaba en lo profundo de mis ojos algún mensaje para el futuro. Hoy continúo con esa costumbre. Cuando despierto por las mañanas, siempre agradezco a Dios, me miro en el espejo de mi dormitorio, me peino, arrugo la frente, luego en el baño me veo con mas claridad y voy a lo profundo de mis ojos, pero ya no busco el mensaje para el futuro. Me miro largamente y concluyo que el mensaje soy yo misma y me va llegando al alma una alegría suavecita, placentera que me hace sonreir. La huella que he ido dejando y la que me han dejado las personas, las experiencias, las ciudades, se han convertido en el mensaje.
Empiezo el dia con curiosidad, con interés, con buena disposición, segura de que esa actitud me será favorable. Pero como es sabido, la rutina... ¡cansa tanto...! que algunos dias no le doy al espejo mucha ventaja ¡que se fastidie!, me pongo frente a él, sí, pero con los ojos cerrados ¡no quiero que me mire! Los gestos de mi cara delatan mi estado de ánimo, mi marido me pregunta ¿estás de buen rollito hoy? y pienso-está en complot con el espejo- ¡no puede ser!; entonces hago algo que para mi es casi una medicina ¡darme una ducha! siento que el agua que va cayendo por mi cuerpo, va arrastrando lo que no me sirve, lo que me molesta.
El agua me ha dejado una sensación de libertad, el espejo está empañado y lo acaricio con mis manos mojadas.