La pasión de Filomena por vivir esa nueva vida que había descubierto en un viaje a una gran ciudad, me dejó con los pensamientos amontonados, enredados. Sentía felicidad por ella, pero al mismo tiempo creía que esa nueva energía que se había apoderado de ella, haría que no disfrutara plenamente de los descubrimientos diarios.
Muchas veces yo también soy Filomena, la sorpresa y el entusiasmo de los dias me hacen correr veloz, sin detenerme a pensar siquiera sobre el deleite que me tiene presa, lo mismo que cuando mi padre empujaba con fuerza el columpio del parque en el que me sentaba cuando era niña y le gritaba ¡Más alto papá, más alto!,me invadía una sensación de libertad, de alegría, de felicidad intensa que duraba hasta que volvía al parque.
Años más tarde, esa rebelión de alegría, la sentía cada vez que podía caminar descalza, empapada bajo la lluvia.
También como Filomena, descubrí con asombro ciudades llenas de gente, me probé vestidos hermosos que nunca compré pero que me sirvieron para mirarme en el espejo de mi alma y saber quien era yo y cuando supe el significado de mi nombre, comprendí que siempre tendría que sentirme feliz para contagiar a los demás.
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