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viernes, 29 de marzo de 2013

DEL AMOR Y DE LA VIDA



               
Micaela Postín se ponía a planchar cuando quería pensar con detalle sobre algunos acontecimientos de su vida.
Acercaba a Dios a su mente, a su corazón, para que le ayudara a clarificar.
¿Tendría algo que clarificar?... No sabía. Le incomodaba ahondar en el pasado, recordar, volver a andar los mismos caminos que a estas alturas idealizaba ayudada por esa memoria de escenario que traen los años...
Sentía ganas de llorar por momentos y no se reprimía. Decía que llorar era como reír, fortalecía el espíritu.
Micaela planchaba al son de alguna melodía a la que no hacía mucho caso... los pensamientos podían más.
Se preguntaba si eso que tantas veces había oído de boca de cientos de personas -venimos con el destino escrito- sería verdad o se podía cambiar.
Ella hubiera querido cambiar muchas cosas, especialmente aquellas donde el amor no estaba presente y era expulsado sin miramientos, sometido a torturas, el amor, que se hacía vergüenza y desprecio en las bocas, en las actitudes.
Micaela, también elevaba oraciones al Altísimo para mitigar las propias peripecias emocionales, para sentir que la ayuda llegaba con facilidad. Decía Padrenuestros, rezaba bendiciones para quien lo necesitara. Había que orar por los cercanos, por los grandes, por los pequeños, por los satisfechos y por los que no lo estaban.
Las rayas azules de una camisa que alisaba lentamente la devolvió a este lado de la vida.